La chica que organiza la cola le da un buen número para acceder a la edición limitada Jimmy Choo for H&M.
Así de simple. Y así de cruel. Levantarse a las 5:15 de la mañana sin apenas dormir para plantarse lo más rápido que una pueda en la cola de la tienda de Paseo de Gracia. Durante el camino ir pensando en que quizás tus amigos tengan razón cuando te llaman loca o que sólo con un poco de suerte seas una de las primeras.
Hora de llegada: 6:20. No está mal, sólo 28 personas por delante. Nervios. Poco a poco la cola se va haciendo más y más larga, hasta que sobre las 8 de la mañana organizan todo como si se tratara de un parque temático (véase en zig-zag) y la cola sigue creciendo. Nos ofrecen café (de nuevo las que no lo tomamos estamos discriminadas), pero consigo una chocolatina para reponer fuerzas. Los medios empiezan a inmortalizar el momento (no es para menos) y la gente ya casi llega a la Plaza Catalunya. Parece que el reloj no avance: ¡qué desespero!
Por fin nos cuentan cómo funcionará la cola y cuáles serán nuestros diez minutos de gloria para hacernos con el preciado tesoro. Ya de paso, se curan en salud y nos dicen que es posible que el madrugón no haya servido para nada y que la pulserita VIP no nos asegura ni siquiera poder comprar algo.
A las 10 en punto empieza la cuenta atrás del 10 al 1, como si de un lanzamiento espacial se tratara (eso sí, el inglés no es el idioma escogido para la ocasión) y abren las puertas. Carreras hacia la zona restringida de zapatos, bolsos y complementos de mujer, custodiada por dependientes y guardas de seguridad. En 7 minutos se acaba la ropa, ¡maldita locura!
Los primeros afortunados (sí, sigo sin entender qué demonios hacían chicos en la zona exclusiva de complementos de mujer cuando la colección masculina era de libre acceso) acceden al paraíso y los del segundo turno nos ponemos cada vez más nerviosos (sí, volvían a haber chicos). Las 10:30. Corro hacia el objetivo y en menos de los 7 minutos establecidos ya me he probado 3 auténticas piezas de arte, pero me decanto por unos zapatos impresionantes. Para muestra, una foto. Y es que cada uno adapta los refranes como quiere, ¡y más en los tiempos que corren!