Romeo y Julieta en el estrecho de Gibraltar


En una época en que la inmigración ilegal es noticia casi a diario, en que semana tras semana llegan cayucos a las costas españolas, es bueno echar la vista atrás y buscar algunas respuestas. Quizás una buena opción, aunque sea a través de la literatura es Ramito de hierbabuena (Plaza & Janés, 2001). La ficción y la realidad se mezclan la que ha sido la primera novela española que aborda el fenómeno de la inmigración clandestina en ese país. La historia de Maimuna y Habib no es real, pero podría serlo: un amor truncado en las traicioneras aguas que separan África de Europa, en busca de un futuro mejor en el viejo continente. Por desgracia, hay que buscar en las bibliotecas o en mercados de segunda mano, porque se encuentra descatalogado, pero la búsqueda vale la pena…

La historia
A partir de las investigaciones policiales de los asesinatos de unas jóvenes marroquíes en España, el lector conocerá el amor de la joven pareja. La pasión entre los dos amantes, como tantas otras veces, se quiebra cuando la muchacha debe casarse con un hombre mayor que ella, al que no ama, pero que asegura el patrimonio de la familia. Mentiras y engaños, que se acaban descubriendo y hacen que la llama de la pasión vuelva a encenderse entre Habib y Maimuna (a la que cariñosamente llama  ‘ramito de hierbabuena’ –takebitnanaa).
El chico se debate entre la posibilidad de un futuro mejor lejos de su país y su recelo hacia esa sociedad que se presenta como la solución a los problemas económicos de su familia. Como le sucede a buena parte de los jóvenes del Maghreb, Habib decide emprender su viaje hacia Europa, en busca de estabilidad económica, no sin antes haber trabajado en negocios de dudosa legalidad. Ya en España, su reencuentro con Maimuna sólo depende de una gran suma de dinero para cruzar el estrecho de Gibraltar. Para conseguirlo, la muchacha tendrá que sufrir un entorno hostil y numerosas circunstancias adversas, pero su amor por Habib le ayudará a superar todas las dificultades y emprender, por fin, el viaje rumbo a Andalucía. La mañana anterior al viaje, recibe la llamada de su amado: “En cualquier caso ir a su encuentro nada más llegar a tierra, sin entreteneros para nada. Son dos marroquíes que llevan una furgoneta blanca. Ellos saben vuestros nombres. Si por alguna circunstancia no los encontraseis, que no se os ocurra hacer autostop, pues os descubrirían enseguida. Ocultaos en algún sitio y esperad a que sea de día […] Que tengáis mucha suerte, cariño. Y ten mucho cuidado, takebitnanaa. Hasta dentro de unas horas, mi vida”. Pero tras esas horas, Habib no encontrará nada más que el cuerpo sin vida de Maimuna, arrastrado por las olas del mar Mediterráneo. Todo por culpa de una consecuencia fatal a poca distancia de su sueño: un futuro mejor en compañía de su amado. Una vez más, las traicioneras aguas del estrecho truncan una historia humana de supervivencia, de resistencia, pero sobre todo, una bella historia de amor.
Hablamos de una novela, de una historia de ficción, si bien el autor se ha basado en la dramática realidad que se vive a diario en ambos lados del estrecho de Gibraltar. Cientos de jóvenes que deciden arriesgar sus ahorros, sus pertenencias e incluso su vida en busca del ‘sueño europeo’. Esta  situación sirvió como argumento a Gerardo Muñoz Lorente, que quedó muy impactado tras la aparición de unas fotografías de una joven marroquí en las playas de Tarifa (Cádiz).
La historia de amor entre Habib y Maimuna no es más que una excusa para contar un fenómeno cada vez más presente en la sociedad española: la inmigración clandestina. “Vosotras sois marroquíes, queridas. Y a los españoles les resultará muy fácil identificaros como tales. De modo que, si os pillan, aunque no llevéis documentación, tened por seguro que os expulsarán enseguida. Os traerán de vuelta y vuestro esfuerzo no habrá servido para nada”, reza uno de los fragmentos de la obra.

El autor
Muñoz conoce bien esa realidad. Nació en Melilla en 1955, donde pasó gran parte de su juventud. Hombre comprometido con la libertad, la justicia social y el progreso, compartió durante años su vocación literaria con una activa vida política. En 1981 se trasladó a Alicante, ciudad en la que fijó su residencia. Afiliado al partido Centro Democrático Social (CDS) fue diputado en las Cortes Valencianas a finales de los años ochenta y principios de los noventa. Por aquella época fue elegido presidente de su partido en la Comunidad Valenciana. En la actualidad está afiliado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Desde que se publicara su primera novela en 1987, El fantasma de Lucentum (Acervo), siempre ha recibido buenas críticas en España. Durante este tiempo su obra se ha completado con novelas cortas, relatos, ensayos, diccionarios y novelas. Entre sus novelas destaca la trilogía  La plica de Balbino el Viejo (Equipo Sirius, 2003), A la cuna del sol divino (Editorial Club Universitario, 2002), El Rosario de Mahoma (Equipo Sirius, 2004), La semilla de la Dama Negra (Equipo Sirius, 2005), Asesinato en Molívell (Equipo Sirius, 2006) o Refugio de libertad (Equipo Sirius, 2006). Los escritos sobre la inmigración y el mundo árabo-musulmán no acaban en Ramito de hierbabuena. Gerardo Muñoz ha publicado dos ensayos relacionados con las religiones: Los falsos fundamentos del cristianismo (Editorial Club Universitario, 1999) y Los mensajes del Corán (Editorial Club Universitario, 2002). Además de su producción literaria, es autor de más de 200 artículos periodísticos y colaborador de la emisora Radio Alicante (SER) y del diario alicantino Información.

¿Realidad o ficción?
Ramito de hierbabuena se nos muestra como una ventana abierta a la realidad en la que no falta ningún personaje: los amados, sus familiares, el hermano déspota, el marido elegido para la joven Maimuna contra su voluntad, las sirvientas, los mafiosos, la policía española, las gentes marroquíes y andaluzas... La vida cotidiana en el corazón de Marruecos, las costumbres de sus habitantes, las actividades de las mafias que trafican con personas, la desesperación de los inmigrantes por conseguir un futuro mejor, la lucha por la supervivencia e incluso el racismo y la corrupción de los poderes políticos de ambos lados del estrecho se ven reflejados en la novela.
Todo ello contado por un narrador omnisciente, que todo lo sabe, hasta el último detalle y deja poco espacio a la imaginación. Sin duda un trabajo de documentación exhaustivo y completo por parte de Gerardo Muñoz, que consigue atrapar al lector y emocionarlo hasta casi formar parte de la historia. Y es que Ramito de hierbabuena no deja indiferente.

ENTREVISTA ALEJANDRO STOCK




“La experiencia migratoria es personal, intransferible y casi intransmisible”



“Para mí el arte es un acto de libertad, no se puede llegar a un lienzo en blanco o a un papel o a cualquier herramienta de expresión con limitaciones, o por lo menos no debería ser así. Yo ya he pagado y sigo pagando un precio muy alto por no bajar la cabeza y así poder seguir siendo fiel a mí mismo, al arte (que es mi vida) y a la libertad. Ya no tengo expectativas basadas en el ego que busca el éxito. Solo quiero crear. Transmitir. Contribuir a crear puentes que acerquen a las culturas y a quienes las conformamos”. Así se presenta Alejandro Stock, artista pluridisciplinar nacido en Uruguay y residente en España. Fotos cedidas por Alejandro Stock
 
¿Cómo y cuándo empezó su interés por el arte?
El arte es parte de mi vida desde que tengo uso de razón. En realidad no es parte, es mi vida. He tenido la suerte de conocer mi vocación desde una edad muy temprana y haber sido comprendido y estimulado para practicarla. De pequeño, con cuatro o cinco años, cuando me preguntaban “¿y tú qué quieres ser de mayor?”, siempre respondía: pintor. En el cómo, le puedo contar alguna anécdota de las tantas que pueblan mi memoria: los sábados por la mañana mi abuelo Moisés Silberman tomaba té con su amigo el maestro José Cúneo. Yo le acompañaba y mientras ellos tertuliaban, Don José me ponía ejercicios de dibujo para que yo realizara, imagino también para que no molestara mucho (risas). Me recuerdo a mí muy pequeño, en las fiestas de familia, dibujando en algún rincón y copiando objetos, jarrones, etc. Todavía conservo muchos de esos dibujos fechados al dorso por mi abuelo o mi madre y algunos son de cuando tenía tres años.

¿Cuándo llegó a España y con qué motivo? ¿Dónde se instaló?
Llegué a finales de 1993 y el motivo era viajar, aprender, conocer mundo y absorber cultura. Siempre aclaro que yo no “me vine” a España, si no que “vine” a España y me fui quedando. Mi primera parada fue Galicia, en casa de mi amigo de infancia Alejandro Vaguetti. Desde allí empezó el periplo, –no sólo por España– con una mochila a la espalda y una carpeta bajo el brazo, que acabó seis meses después en Madrid. En ese tiempo de trenes y albergues, dedicaba casi todo mi tiempo a ver museos, arquitectura y observar a la gente y de todo tomaba notas en cuadernos que todavía andan por ahí acumulándose con libretas de otros viajes, ya que no he perdido todavía el vicio de tomar apuntes, notas y dibujos en los viajes o tomando un café. Con respecto a dónde me instalé, la verdad es que he tenido un recorrido largo y de mucho aprendizaje. Así como en Uruguay había nacido y vivido toda mi vida en la misma casa, aquí cambié de vivienda doce veces en diez años. Con esto también tuve la oportunidad de vivir en diferentes barrios de Madrid y así conocerlos palmo a palmo y con ello entender más el entorno humano y la estructura del tejido social. 

Se podría decir que usted es un artista completo, ya que trabaja en diferentes disciplinas (fotografía, escultura, pintura, textos, etc.). ¿Cuál ha sido su formación y dónde la ha realizado?
Ante todo, creo en la formación profesional en cualquier cosa que se desee hacer en la vida, así como en las vivencias que alimentan el discurso y el conocimiento del mundo que habitamos. Ambas son complementarias y a mi modo de ver imprescindibles. Estudio arte desde los cinco años, cuando ingresé en mi primer taller; luego, con los años he incorporado centros de formación artística, cursos públicos y privados, talleres, universidades, seminarios, un doctorado, un master, idiomas y una beca, todo en Uruguay, España y Estados Unidos. Una formación variada y amplia (que continúa), siempre rodeado por un entorno afectivo que supo transmitirme el amor por la cultura y el respeto por la expresión. En paralelo a la educación formal que antes mencionaba he podido viajar, residir en diferentes ciudades y conocer diferentes culturas, observar e investigar, descubrir y aprender.






Cuéntenos, ¿de qué habla su obra?
Hablo de muchos temas, pero siempre hay algunos elementos recurrentejavascript:void(0)s en el concepto sobre el que trabajo: la memoria, el aprendizaje, el ser humano, el amor, el perdón, el lenguaje, la búsqueda y el cambio. Para expresarlos utilizo una cosmogonía sencilla (que no simple) y juego con ella para montar y articular el discurso. Me resulta muy interesante cuando me doy cuenta que en la década de los 80, en Uruguay, investigaba acerca de la memoria acarreada por los emigrantes europeos que conformaron la sociedad del Cono Sur, de la que desciendo –Memoria Genética– y ahora, 20 años después y desde el otro lado del océano, en un juego de idas y vueltas de carabelas, investigo sobre la memoria acarreada por los emigrantes que conformarán contra viento y marea, esta sociedad a la que también pertenezco –Memoria Migrante–. Una amalgama de pasados, presentes y futuros probables, desde el aquí y ahora. También hablo del palimpsesto, de la superposición de capas que conforman la memoria de una sociedad y de como, a la  larga, todas se hacen visibles, pero al igual que sucede en un fósil, es difícil diferenciarlas.  Hablo del espacio vital, pues creo firmemente que es suficiente para todos, aunque todavía muchos no se han dado cuenta; del amor y del perdón como las herramientas para construir y enfrentarnos al miedo y al dolor; del movimiento y del cambio, de las personas, de lugares, de aprendizajes.  




¿A qué ciudades y museos ha llevado sus creaciones?
A estas alturas y con más de 250 exposiciones, las obras han estado en diferentes ciudades, en países de varios continentes. Siempre en sitios a los que se puede acceder con una carpeta en mano y la obra como carta de presentación (que cada vez son menos). Soy de la vieja escuela, de la época en la cual los directores de arte iban al taller de los artistas, dialogaban in situ; donde la creación se puede palpar y oler.

Según usted, ¿la historia personal de cada individuo es influyente y determinante para el desarrollo de su carrera profesional? ¿Cree en la importancia autobiográfica?
Pienso que un individuo es la sumatoria de su historia, y que un artista auténtico es su obra, más o menos disfrazada para el público, más o menos accesible en su lenguaje, pero al fin y al cabo su obra. Por otro lado somos seres sociales, formamos parte de la sociedad con su historia y su presente. Supuestamente los artistas deberíamos ser una especie de periscopio del submarino, tomando conciencia y haciéndonos responsables del discurso público que significa mostrar una creación. O sea, la obra siempre es autobiográfica y social, son conceptos indisociables. Así como también la creación es un acto de libertad, aunque una gran parte de la dinámica de hoy en día en la gestión de la cultura –por suerte no toda– no lo vea ni maneje así. Entre el discurso creativo (la obra) y la exposición de la misma se han interpuesto muchas terceras figuras (me lincharán una vez más por decir esto), lo cual mas allá de la manipulación y la creación de un discurso hecho por otros lejanos al artista, va haciendo que la distancia entre creador y público, desgraciadamente, se haga muchas veces muy grande. Cuando en definitiva es esa interacción el puente inter e intra cultural que nutre y comunica, tanto a una parte como a otra. Desde mi punto de vista, crear no debería ser llamar la atención o hacer ruido porque sí, si no un cóctel de denuncia, cuestionamiento y si fuera posible, un abrir rutas de salida.

¿La inmigración es un trauma que queda para siempre?
Yo preferiría cambiar la palabra trauma por aprendizaje, suena menos doloroso y más positivo u optimista (que es mi postura). La experiencia migratoria es personal, intransferible y casi intransmisible. A ello se suma que cada persona en base a su propia estructura y personalidad vive cada hecho de una forma diferente, lo que puede ser un obstáculo para unos puede ser un reto para otros. La migración es un proceso complejo…

El 2008 ha sido declarado año del Diálogo Intercultural en Europa. ¿Qué opina de la iniciativa?
Como titular suena muy bonito. ¿Es real? ¿Diálogo entre quiénes y quiénes? ¿Quiénes se llevarán esta vez las subvenciones? ¿Qué resultados se esperan?, ¿Quiénes se beneficiarán de este diálogo? En el terreno que me toca, el arte: ¿serán los de siempre los que participarán del diálogo?...

¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?
Seguir trabajando. Seguir creando. Esperar que algún día proyectos grandes y sólidos como la Memoria Migrante u otros que están aquí en el taller puedan ser mostrados en algún espacio al que pueda acceder sin enchufes. Pero hasta entonces y después de entonces, seguir creando, que es mi idioma y forma de vida, mi necesidad de expresar que el mundo puede ser un lugar mejor del que lo hemos convertido.

Más información: www.alejandrostock.com

Sico Bana África: ritmos, tradición y danza





Para muchas personas, la música es un elemento fundamental en sus vidas. Es el caso del senegalés Djibril M’Baye. Su pasión por las melodías y los ritmos nace en su más tierna infancia, en el seno de su entorno familiar de griots, los que según las tradiciones locales poseen la ciencia de la música. Siendo muy joven empezó tocando percusión en su país y actuó en el Ballet des Africains Noirs en Dakar. Durante esa época, la compañía organizaba conciertos, actuaciones y animaciones en hoteles, fiestas tradicionales e incluso celebraciones familiares. Un tiempo más tarde, en el año 2000, llegó a la isla española de Mallorca con un contrato de trabajo de seis meses en la empresa Romantic Show. Desde entonces no ha abandonado los teatros, salas de fiestas, plazas de pueblos, centros escolares y culturales o los festivales. Sus espectáculos están constituidos por una parte de percusión instrumental con djembés, dumdums y coras; y otra parte de danza africana. La actuación se adapta en función del escenario y el público, pero la tradición del vestuario, los sonidos y los ritmos están siempre presentes. Normalmente, los espectáculos del grupo Sico Bana África se componen de cuatro percusionistas y tres bailarines, que durante casi dos horas bailan, tocan instrumentos y hacen partícipe al público, ya sea con la danza o los ritmos.
Pero además de en su grupo de percusión, Djibril M’Baye trabaja para la difusión de la cultura africana entre la población española y lo hace con talleres, donde se explican las tradiciones musicales, haciendo especial hincapié en los bailes y orígenes de los instrumentos aunque últimamente también realiza actividades para empresas  con el fin de fomentar el trabajo en equipo por medio de los ritmos de la percusión. El perfil de los que acuden a sus clases es básicamente gente joven, de entre 16 y 30 años y de ambos sexos, que tienen en común un creciente interés en los países africanos y con deseos de aprender más acerca del tema.
Para Djibril la interculturalidad “es un trueque entre los diferentes pueblos para poder llegar a un entendimiento entre ellos. Ponerse en lugar del otro, aprender del otro”. Según su parecer, se debería trabajar desde diferentes campos para conseguir un intercambio entre culturas, pero el primordial sería en la educación de los más pequeños.
Sobre el Año Europeo del Diálogo Intercultural, opina que cualquier iniciativa al respecto es bienvenida, si bien se deberían de llevar a cabo actividades y proyectos durante todos los años, ya que el conocimiento de otras culturas es primordial para evitar los enfrentamientos o choques entre pueblos de distinto origen.
¿Y cómo es un día en su vida? Nos cuenta que se organiza y pasa algunas horas buscando trabajo, contactando empresas, ayuntamientos o centros escolares para conocer la posibilidad de tocar en conciertos u organizar talleres, por ejemplo. Parte del tiempo lo dedica a ensayar con Sico Bana África y preparar las actuaciones programadas, pero no olvida un aspecto importantísimo en su vida: la familia.
Sus proyectos son de lo más variado. De hecho, ha llegado a participar en campañas publicitarias con sus actuaciones y aunque es una innegable promoción para su grupo, Djibril confiesa no estar del todo de acuerdo con esa forma de consumo. Ahora, por el momento, trabajan en el proyecto Educa África, que está consolidado y enfocado a fomentar la interculturalidad, desde los ámbitos público (ayuntamientos), privado (empresas) y educacional (colegios).