42, 23, 16, 15, 8, 4… ¡Lost!

Seguro que muchos fanáticos de esta serie hace tiempo que estamos haciendo esta cuenta atrás. Y es que la mayoría estamos deseosos de ver la sexta y última temporada y a ver si así se nos desvelan algunas incógnitas…

¿Quién demonios es Jacob? ¿John Locke está vivo o muerto? ¿Al final, en qué época viven? ¿Qué pasa al final de la quinta temporada? Si de verdad no están muertos, ni en el purgatorio, ni se lo inventan, ni es un plató de televisión: ¿qué está pasando? ¿Muere Sayid? ¿Claire sigue desaparecida en combate? ¿Sun podrá encontrarse con Jin y contarle que tienen una hija? ¿Qué será de Aaron? ¿Con quién acabará Kate: con Jack o con Sawyer? ¿Hugo está loco o es normal que desvaríe? ¿Cómo es posible que hayan tantos hermanos secretos y coincidencias en el pasado y que entre ellos no lo sepan?...

Mientras tanto, nos dedicamos a unirnos a grupos de Facebook que preguntan por la crema que usa Richard Alpert o comentar una situación que nos acostumbra a pasar: que cambiamos una isla de sitio y luego ya no sabemos en qué año la hemos puesto… Supongo que será para intentar calmar el desespero de saber que estamos más perdidos que ellos y que teníamos más clara la trama en el primer capítulo que después de cinco temporadas. ¿Es posible liar tanto una trama y que todo esté tan ligado a la vez? Vamos, igualito que Los Serrano (vale que era una serie española, pero si el final lo hubieran escrito mis primos gemelos de cinco años, no me habría sorprendido tanto –por lo malo, obviamente–).

Pues eso, que yo, por lo menos, me he quedado como la última imagen de la última temporada emitida: fundida a blanco.

Ferran Adrià lo confirma: elBulli cierra… por un tiempo


Pues eso, que quien tuviera pensado ir a cenar a elBulli, ya se puede espabilar (y rezar a quien sea) para conseguir una plaza de aquí a 2012, fecha en que el mejor restaurante del mundo cierre para tomarse dos años sabáticos –al menos en cuanto al funcionamiento de servir platos como se hacía hasta ahora, que tampoco es que fuera lo más habitual en el mundo de la restauración–.

Si estudiando e investigando sólo seis meses al año, el bueno de Adrià conseguía semejantes maravillas culinarias, miedo me da lo que pueda salir de su cabeza de genio en dos años trabajando única y exclusivamente para crear nuevas recetas y desmontar todas las teorías coquinarias establecidas hasta ahora. Esperemos que las musas le encuentren trabajando. Y así, mientras nos da tiempo para ahorrar y pensar que quizás alguna vez en la vida también podamos probar las obras de arte de este alquimista de la cocina.

21 días… un formato innovador y con gancho


Hay varias cosas que me resultan curiosas sobre este espacio televisivo. La primera es sin duda su formato. Una periodista, Samanta Villar, se sumerge en diferentes vidas durante tres semanas y vive en su propia carne experiencias de lo más variopintas –hasta el momento la hemos visto rodeada de lujo, machacando su cuerpo en el gimnasio, viviendo entre cartones, fumando porros, sin comer y recientemente como directora de cine porno, por poner sólo algunos ejemplos–. Al fin y al cabo es como interpretar un papel, podrían pensar muchos. Pero un actor trabaja determinadas horas al día, y en el mejor y más sabio de los casos, desconecta de su trabajo al llegar a casa (de hecho, lo que hacemos todos los mortales…). Pero Samanta Villar, no. Ella vive intensamente las 24 horas de cada uno de los 21 días que dura su experiencia (cierto que vemos el montaje final en el que se eliminan muchísimas escenas, pero es que la chiquilla también tendrá que dormir en ese tiempo, ¡digo yo!).
La segunda cosa que me llama la atención es la versatilidad de su protagonista;  vamos, que lo mismo vive la crisis que va a la presentación de la nueva colección de John Galliano en la Maison Dior. Es cierto que Villar ha vivido los entresijos de la televisión desde hace tiempo, como ayudante de realización, cubriendo acontecimientos importantes o presentando agendas culturales en televisiones locales. Su anterior trabajo era presentar informativos. Así que personalmente, me choca. Y me choca porque no me imagino a Susanna Griso o a  Cristina Villanueva en el formato…
Y ya por último, aunque podría hablar bastante más de este programa, me sorprende que de una idea tan simple haya salido un programa tan original. Desconozco los presupuestos que mueve el equipo de producción, pero no hace falta ser un lince para saber que el programa les sale más barato que Fama, a bailar, Pekín Express o Callejeros Viajeros. Es cierto que de un tiempo a esta parte están proliferando los programas de reportero con cámara y ¡hala, a ver qué encontramos!
Creo que el programa no ha recibido ningún premio por el momento (puede que me equivoque), pero si le dieron un Ondas a Jorge Javier Vázquez por llenar de contenidos sin ningún tipo de criterio ni sentido las parrillas de televisión, lo mismo a Samanta Villar le podía caer uno en breve… A menos que ahora el jurado de tan ilustre galardón se dedique a premiar la bazofia.