Preparando cuscús…






Laila es una mujer marroquí, de creencia musulmana, que vive en Asturias desde hace varios años. Un día queda con sus amigas Rebeca y Yolanda para enseñarle a preparar cuscús. En el transcurso de la preparación del plato las mujeres hablan de sus maneras de entender las relaciones familiares, políticas y por supuesto de las cuestiones feministas. Éste es el argumento de Cuscús, un cortometraje de ficción, previsto para la primavera de 2009, que lleva el sello de Melania Fraga. Texto: Saray Garcia. Fotos cedidas por Melania Fraga.

Los proyectos nacen condicionados por el imaginario y el bagaje que proporciona la historia personal de cada uno de nosotros. Es el caso de Cuscús, que surge de la mente de Melania Fraga, una asturiana apasionada en el diálogo intercultural y especializada en la comunicación y la gestión, ya que ha trabajado en varias productoras de vídeo y televisiones, además de dando clase de TIC’s a colectivos determinados como mujeres rurales y jóvenes. Precisamente su relación con la tecnología y la imagen fue clave para el formato del proyecto. Sus vivencias desde niña también. Cuenta que cuando era pequeña se sentía muy orgullosa de que su familia fuese amiga del único hombre negro del barrio. “Ahora, afortunadamente, hay más hombres y mujeres de color, de muchos colores… pero ¿cuánto los conocemos, a ellos, a ellas, sus países de origen o sus costumbres?”, se pregunta Melania. La directora cree en la importancia del aporte de los inmigrantes para que una sociedad crezca, que éstos sean conocidos y valorados por las sociedades de acogida. Sin embargo, piensa que los inmigrantes deben hacer un esfuerzo por no olvidar ni menospreciar sus costumbres, transmitirlas para conseguir que las sociedades de acogida no las teman y quieran conocerlas. Opina también que es fundamental el diálogo entre culturas, para evitar que se creen guetos o se fomente el racismo.
Durante su estancia en el colectivo Escanda participó en un encuentro internacional de países del Mediterráneo en Barcelona. Allí conoció a personas que le invitaron a visitar sus organizaciones y cuando tuvo la ocasión se fue a Larache. En esta ciudad del norte de Marruecos descubrió una realidad que no se esperaba. Recuerda que entre las cosas que más le sorprendieron estaban los estereotipos hacia las mujeres occidentales. Cabe destacar que en todos sus viajes fue acogida en familias humildes y se dio cuenta de que solo pasando por esa experiencia, por la convivencia, se iban a conocer, entender, respetar y valorar. “En el cortometraje Cuscús, quiero visualizar esa necesidad de compartir lo cotidiano, de valorarnos como mujeres, como culturas en continuo cambio, en continuo crecimiento”, explica Melania Fraga.
Para los profesionales del audiovisual, un cortometraje es un ejercicio por el que todo realizador debería pasar. Muchas veces se realizan con escasos medios y con pocas pretensiones. Para Melania y el resto de profesionales implicados en Cuscús,  un trabajo de quince minutos no significa una calidad inferior a cualquier otra película, significa simplemente contar una historia en el tiempo justo requerido, sin alargar innecesariamente. Para este proyecto, la directora confiesa haber tenido la suerte de contar con reconocidos profesionales que además están concienciados con la situación de la mujer e interesados por la historia del corto: la guionista Ángeles Muñiz Cachón y Antonio de Benito han corregido el guión literario; la empresa El callejón del gato está preparando el casting de las actrices protagonistas (ya tienen varias mujeres que dan el perfil de las chicas asturianas, solo falta hacer pruebas de cámara y encontrar a la actriz árabe) y también esta implicada la productora de comunicación social Tierra Voz.
Un pilar básico en la fase de preparación del proyecto es AMAR, una pequeña asociación de mujeres –aunque también colaboran hombres– que trabaja temas relacionados con la comunicación, las nuevas tecnologías y la salud natural. Sus ejes siempre son tratados de manera transversal, prestando especial atención a la autoestima de las mujeres, el interculturalismo y el respeto por las diferentes opciones sexuales. La entidad y Melania Fraga son sin duda el alma de este cortometraje basado en el diálogo entre culturas.
En este momento el proyecto está en fase de financiación, en búsqueda de fondos para que el corto vea la luz. Se han solicitado subvenciones a diversas entidades como el Instituto Asturiano de la Mujer, el Departamento de Cultura del Principado de Asturias, el Ayuntamiento de Oviedo o a la Universidad de Oviedo, aunque hasta ahora las únicas ayudas confirmadas son la de la empresa Sonido de Cine que se hará cargo de los gastos de sonorización en la posproducción y el interés por parte del vicerrectorado de cooperación de la Universidad de la capital asturiana.
Están valorando la posibilidad de que parte de los 33.700 euros en los que está presupuestado el corto sean aportaciones recaudadas con la realización de pequeñas actividades como la velada árabe organizada el pasado 6 de junio, la venta de camisetas con el logotipo del proyecto y también se cuenta con la posibilidad de celebrar una fiesta para recaudar fondos. Esperan tener el cortometraje finalizado para la primavera de 2009. Esperamos que así sea. ¡Inshallah!


Cuéntame un cuento




Nelson Darío Calderón Jiménez nació en los Andes colombianos, en un valle de eterna primavera, como a él le gusta decir. Creció junto a sus siete hermanos, con unos padres demasiado ocupados en trabajar para sacar adelante a sus hijos. Ya de pequeño le gustaban los cuentos e historias, y como nadie a su alrededor se los explicaba, decidió tomar la palabra. En poco tiempo se convirtió en el contador de historias oficial de la familia. Pero sus cuentos no acababan en el hogar y los llevó al colegio, a la calle o a la universidad. Casi sin darse cuenta empezó a labrarse su trayectoria de cuentacuentos. En ningún momento descuidó sus estudios y se llegó a matricular en la Universidad Nacional de Colombia, donde cursó la carrera de arquitectura. Sin embargo, la palabra y la literatura no le abandonaron y con algunos compañeros universitarios impulsó un grupo lúdico cultural llamado Luna, Poema, Encuentro. Sus integrantes eran básicamente poetas y cuenteros jóvenes que trabajaban en las facultades y la ciudad de Medellín. También fue fundador del grupo Fahrenheit 451, que aglutinaba a jóvenes escritores que se dejaron enamorar por la narración oral.
Su primer contacto con España es en 2000, cuando llega al país para realizar estudios de postgrado en Arquitectura, pero tras intentar resistirse, la literatura le ganó la batalla. Así pues, decidió aparcar los proyectos y edificios y se dedicó totalmente a escribir y narrar historias.
Se puede decir que lleva casi una vida dedicado al mismo oficio, al de hacer esbozar una sonrisa a quienes lo escuchan con leyendas, historias y cuentos, algunos de invención propia y otros propios de la tradición oral de la cultura colombiana. Los adapta y segmenta las temáticas para así poder ofrecer espectáculos para todos los públicos. Para los más pequeños y las familias dispone de un repertorio basado en cuentos interculturales sobre fronteras e identidades, en la tradición y las leyendas populares de América y especialmente de Colombia, en el medioambiente y el reciclaje. Los adolescentes y adultos también pueden disfrutar de sus historias inspiradas en los mitos y leyendas de los Andes; las aventuras de un viajero (o lo que es lo mismo, las vivencias de un inmigrante que tiene que viajar por sus circunstancias); el amor y el desamor; los fantasmas, el miedo y el terror o incluso cuentos interactivos. Para ello cuenta con la compañía de otros cuentistas. Es fácil adivinar que no se sube a los mismos escenarios cuando tiene una audiencia infantil o una adulta, de ahí la diversidad de sus espacios de actuación. De hecho ha realizado espectáculos en múltiples actos y festivales, en cárceles, hospitales, fundaciones, bibliotecas, escuelas, cafés, ONGs o recintos feriales en diferentes provincias españolas (Madrid, Albacete, Ciudad Real, Toledo, Cuenca, Guadalajara, Valladolid, Burgos, Ávila, Palencia, Soria, Alicante, La Rioja, Álava, Asturias, Huesca, Almería, Granada o Cádiz) además de una gira por Latinoamérica, visitando países como Chile, Argentina, Uruguay, Perú o su natal Colombia. Lugares dispares y de lo más diferenciados, pero sin duda, el más inverosímil ha sido una boda, en pleno altar y con el sacerdote al lado.
Pero no todo en la vida de Calderón son las actuaciones. También imparte talleres de introducción a cuentacuentos. Con ellos pretende que los alumnos se adentren en el mundo de las palabras, que aprendan y se diviertan con los ejercicios para expresarse. Los participantes se interrelacionan, pierden el miedo a hablar en público y sobre todo, comiencen a contar y soñar. Combina estas ocupaciones con una corresponsalía en España de la revista de narración oral colombiana Contante y soñante y como escritor de cuentos. También forma parte del catálogo de artistas de Entre dos orillas, donde creativos de origen inmigrante exponen sus obras, habilidades y conocimientos para ser conocidos, difundir su arte o simplemente para ser contratados. Se ha presentado a varios certámenes y ha resultado finalista en el concurso de la revista Toumai, seleccionado en el de cuentos hiperbreves Acuman o incluido en la publicación 100 latinos. Un talento latente, una selección de latinos emprendedores de la comunidad de Madrid. En cualquier caso, de un tiempo a esta parte, la vida de este colombiano está íntegramente dedicada a la literatura, ya sea en forma de relatos escritos o como cuentos. Siempre se ha dicho que la tradición oral de los pueblos llevaba implícita una parte importante de la cultura de sus gentes. Si es así, España ya cuenta con parte del acerbo de Colombia gracias a artistas como Nelson Calderón.
Texto: Saray Garcia

Un pedazo de Argentina en Valencia





Undertango es el proyecto musical de los argentinos Martín Albano y Cecilia Barber. Llegaron a España hace apenas seis años y ahora, por fin, pueden dedicarse a la mayor de sus pasiones: la música. Con su formación nos traen un pedazo de su tierra, de Argentina, de la pasión del tango y de la fusión de otros ritmos, como ya hiciera el mítico Piazzolla. Culturas que se funden al compás de uno de los estilos musicales más sensuales del planeta. Texto: Saray Garcia. Fotos cedidas por Cecilia Barber.

Con tan solo cinco años, en la ciudad argentina de Rosario, Martín Albano descubre su pasión por la música. Desde esa época ya le llamaba la atención todo lo relativo a la percusión, hasta tal punto que sus más allegados terminaron por regalarle una batería pequeñita para que empezara a realizar sus primeras melodías.
Mientras, en la misma ciudad, una niña de cuatro años llamada Cecilia Barber disfrutaba de la música clásica cuando en su casa se escuchaban discos de los más afamados compositores. La pequeña aprovechaba también para bailar al ritmo de las canciones, tanto era así que la apuntaron a clases de ballet. Quizás este amor por la música estaba presente en sus genes… y es que su abuelo español era músico y director de una banda y su padre tocaba el saxofón. Años más tarde, cuando había cumplido los ocho años, se puso de moda la serie de televisión Fama. Cecilia disfrutaba frente a la pequeña pantalla, sobre todo en los fragmentos más musicales y cuando tocaban el piano se quedaba fascinada. Ese instrumento que la maravilló se convertiría un año más tarde en un amigo fiel, ya que empezó a estudiar piano y ya nunca abandonó el contacto con el teclado de piezas blancas y negras.
Siendo ya adolescentes, los dos seguían ligados a la música, se dedicaban a ella aunque no de manera profesional, pero sí impartían clases particulares de guitarra y batería (él) y piano (ella). Para seguir mejorando sus conocimientos, ambos estudiaban solfeo y tocaban en diferentes agrupaciones de varios estilos en bares y conciertos académicos.

Martín y Cecilia se conocieron en un pub de su ciudad natal y se dieron cuenta de que compartían las mismas aficiones, aunque en diferentes estilos musicales. Él tocaba la batería, para entonces incluso ya había cursado clases de guitarra y se decantaba principalmente por el rock, el blues y el jazz; ella asistía a clases de piano y se centraba en la música clásica. Sus vínculos comunes hicieron que la amistad prosperara. Tanto que acabó en el altar.
Ya recién casados, llegaron a España en agosto de 2002. Los dos mantenían la ilusión de poder hacer de la música su profesión y medio de vida, pero no les resultó fácil. Al menos no al principio. Cuentan que les fue bastante difícil habituarse al hecho de estar lejos de sus seres queridos y de su patria. Como también lo fue dedicarse a los muchos y variados puestos de trabajo que les servían para ganar algo de dinero. Martín trabajó como operario de fábrica, reponedor de supermercado, repartidor de periódicos o dependiente. Otro tanto hizo Cecilia, que desempeñó tareas similares a las de su marido, además de recepcionista o trabajadora en un almacén de naranjas, la fruta por excelencia de su tierra de acogida, Valencia. Durante un tiempo, estos puestos laborales les permitieron compaginar trabajos de media jornada con el dictado de clases. Martín ejerció como profesor de batería, guitarra y percusión y Cecilia como profesora de piano.
En la actualidad –afortunadamente, como dicen ellos– solo se dedican a dar clases y realizar actuaciones, sin embargo no olvidan aquellos tiempos en que el sueño de vivir por y para la música no era más que eso, un sueño. De todos modos su objetivo sigue siendo crecer musical y profesionalmente y continuar luchando por esta pasión. “Aunque es muy difícil, vale la pena”, afirman.
Un día cualquiera en sus vidas está rodeado de música. Ensayan y preparan el repertorio con el que presentan su espectáculo para que encima del escenario todo salga a la perfección.  A fin de que eso suceda, pasan horas escuchando canciones y nuevos ritmos que les inspiren en sus composiciones. Y por último, la promoción de su grupo de tango, para el que todavía siguen buscando un manager en España que les ayude a difundir su proyecto por toda la península.
Undertango es el nombre de su grupo, dedicado al tango argentino. A través de sus composiciones pretenden difundir este género en todas sus formas: música, canto y danza. El repertorio está integrado por tangos tradicionales y obras del reconocido compositor y bandoneonista argentino Astor Piazzolla. Éstas combinan y fusionan elementos del tango, del jazz y de la música clásica, generando un estilo único e innovador que ha hecho de Piazzolla uno de los  músicos de tango más importantes del siglo XXI, o como él mismo solía decir, de “la música contemporánea de Buenos Aires”. El principal objetivo de este grupo es compartir con el público la esencia del Río de La Plata, transportando al espectador a un mundo donde la pasión, la fuerza, la dulzura y la melancolía se hacen presentes a través de su música y de su danza.
Comenzaron siendo un dúo al que con el paso del tiempo se le fueron sumando integrantes para presentar un espectáculo cada vez más completo. Además de Martín y Cecilia, Undertango está formado por Diego González (contrabajo), Lydia Wellington (cantante), Guillermo Álvarez y Verónica Mendoza (bailarines). Los seis, en los diferentes formatos de espectáculo que presentan, divulgan la cultura argentina, pero el propio grupo es una mezcla de culturas, nacionalidades y procedencias. Lydia es uruguaya, Verónica valenciana y el resto son argentinos.
Una de las peculiaridades de esta banda es que actúa con diferentes formaciones, en función del tipo de espectáculo que quieran ofrecer. A decir verdad, el presupuesto y el espacio de los teatros o escenarios donde actúan tiene mucho que ver. Así pues, podemos encontrar el dúo de piano (Cecilia) y bandoneón (Martín); el trío, al que además de estos dos instrumentos se le une el contrabajo; con la voz de la cantante o con bailarines, aunque en algunas ocasiones pueden presentar el espectáculo completo. El grupo actúa en pequeños teatros, casas de cultura y auditorios de Valencia y de los pueblos de la Comunidad Valenciana, si bien a veces lo hacen en otras comunidades o en el norte de Portugal. Precisamente, Martín y Cecilia explican que su público es variado, sobre todo dependiendo del lugar en que se realiza el espectáculo. En tierra lusa el público es local, ya que no hay tanta inmigración sudamericana, mientras que en España acuden más argentinos. Pero no importa de donde provenga el público. A buen seguro que con Undertango disfrutarán de una velada musical.