Ver aparecer a Salvador Pániker es contemplar la llegada de un filósofo serio, tranquilo y con rostro amable. Sus rasgos delatan el mestizaje de su sangre india por parte de padre y catalana por parte de madre. Viene a presentar su última obra, Asimetrías (Ed. Debate), que algunos han calificado de un libro optimista, aunque el propio Pániker se define tan realista como para asumir la realidad, con los retos actuales que conlleva… si bien prueba a salir vivo de ello. Considera que los jóvenes van a entender perfectamente esta obra, ya que como dice, él también es joven, porque tiene todas las edades de la vida, parafraseando las palabras de su amigo Edgar Morán. “Es una de las ventajas de crecer”, resume. También señala la importancia de mantener la niñez –los niños tienen una conciencia cósmica que se pierde con la educación–, de sentirse más sorprendido y del feedback con las nuevas generaciones.
Hablando de su infancia, Salvador Pániker recuerda que su vida siempre estuvo ligada a la interculturalidad. Estudió en un colegio religioso de jesuitas que le despertó la sensibilidad mística, aunque, como reconoce, fue educado después de la Guerra Civil española, cuando los colegios hacían de todo menos educar. Quiso ampliar el panorama y empezó sus estudios religiosos dejándose llevar por otras influencias, de entre las cuales destaca la anglosajona. Su amplio conocimiento de la materia le da para afirmar que el cristianismo es maestro en el arte de adueñarse de cosas que han dicho o hecho otros. En este sentido, también sentencia: “Lo que no es tradición es plagio”.
Su perfil biográfico es de lo más variado. Es Doctor en Ingeniería, ha ejercido como profesor de metafísica en la Universidad de Barcelona y es filósofo por vocación –como su hermano Raimundo–. Él mismo se considera un outsider ya que probablemente fue uno de los pioneros en dedicarse a la ingeniería y a la filosofía. A pesar de ser mundos aparentemente opuestos, Salvador Pániker sabe encontrar el nexo común entre ambos: “la filosofía comienza cuando la ciencia hace preguntas que no puede responder”.
Su vida ha estado marcada por estas dos vertientes. Fue el fundador de la editorial Kairós en 1964, época en la que también presidía la Asociación de Amigos de la India en España –en la actualidad es Presidente de honor–. Recuerda que todo aquel que se acercaba por primera vez a las conferencias y reuniones del grupo, acababa por descubrir un mundo desconocido y fantástico. Durante años, ha sido un excelente divulgador del hinduismo y del budismo (no en vano, se ha formado en ideología oriental: una suma de la herencia familiar y de los estudios cursados). Desde hace años es Presidente de la Asociación Pro Derecho a Morir Dignamente.
Su discurso es claro, conciso y ameno. Siempre encuentra una anécdota, una cita, un chiste o un chascarrillo con el que completar su discurso. Ante la pregunta de por qué lo hace, contesta que no sabe si es para amenizar sus explicaciones o simplemente porque le sale así. Quizás le viene de su época de profesor. Este pensador generalista (y también de ciencia) también ha realizado colaboraciones periodísticas, uno de los géneros que utiliza en sus obras, junto con la filosofía, el dietario o la autobiografía. Cuando le preguntan por qué escribe sobre él mismo, es sincero: “Escribir un diario es algo terapéutico. Yo lo hago para sentirme en pie y para dar un testimonio profundo y ameno. El libro es una condensación de lo que he sido”. En sus publicaciones intenta mantener el equilibrio entre el relativismo y el nihilismo, aunque también se puedan considerar libros de autoayuda. Admite que no le preocupa la imagen, ni la suya propia ni la que otros tienen de él, aunque revela la importancia de la identidad y explica que en la actualidad todas las combinaciones identitarias son posibles. Y es que por suerte, hoy en día no se tiene una sola y no se representa un único papel. Las identidades son variables y múltiples. Como múltiples son los conceptos que utiliza en sus charlas y escritos. Destacan el hibridismo, el mestizaje (por cuestiones obvias), la socialdemocracia, el nihilismo, la posmodernidad, la política (Tutto è politico, como rezaba Antonio Gramsci), el agnosticismo o la retroprogresión (concepto que el propio Pániker ha creado).
La sociedad actual le preocupa y admite que está anestesiada por el consumismo. “Las cosas cada vez son más complejas e inciertas, así que la gracia es sobrevivir”, añade. Cree profundamente que no estamos educados para vivir en una sociedad relativista y precisamente de eso nacen los fundamentalismos, para tener algo a lo que agarrarse, a pesar de lo destructivo del tema. “La fe sigue siendo el sentido de lo real, a pesar de que la gente la confunde con la creencia”, concluye. A pesar de todo, para Salvador Pániker lo más interesante es que se propaguen las ideas.
Más información:
Editorial Kairós:
Asimetrías (Ed. Debate):
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