Rioja con los cinco sentidos



Destapar una botella de Rioja es dar paso a un festival para los sentidos. El oído recibe las primeras sensaciones: el descorche, el decantamiento, el servicio en copa… La vista se enamora del rojo cereza intenso del vino, brillante, con reflejos de decenas de tonalidades. O por qué no, amarillos pálidos, quizás con matices ambarinos. En la copa, los aromas de frutos silvestres, los recuerdos de plátano, melocotón o manzana, se alían con las características notas de crianza y se despliegan para regalar nuevas sensaciones al olfato. La boca, deseosa de sentir lo mismo que los anteriores, empieza por reconocer los sabores frutales, la armonía, el equilibrio y la intensidad de las cosas bien hechas. Aquí se entremezcla con el tacto. Pero Rioja es mucho más: es enoturismo, es cultura, es tradición, es modernidad. Es el vino con los cinco sentidos.

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